Nunca he dejado que la oscuridad me atrape. Que esta, con
garras cenicientas y grandes dosis de olvido, me lleve a sus adentros, para que
una vez allí, me consuma.
Me encuentro en el aeropuerto, rodeada de cientos de
personas esperando que su vuelo, amargo o feliz, los lleve a su destino. Maleta
en mano, me dirijo a la puerta de embarque y tras despedirme de mi abuela con
un forzado gesto de manos, comienzo a realizar todos los trámites de mi vuelo.
Horas después, ya acomodada en mi asiento, el avión comienza
a elevarse. Mi butaca está situada al lado de la ventanilla, y empiezo a mirar
como las nubes rosadas por la luz del atardecer, chocan y se cortan contra las
alas del aparato. El crepúsculo es una de mis cosas favoritas.
Yo, Alice Hammelt, regreso a con mis padres tras pasar unas
largas vacaciones en Europa con mi abuela. No entiendo el porqué, pero parece
que quieren que me despida de todos, o algo parecido.
La ventana me muestra la llegada de la noche, salen las
estrellas y una preciosa luna menguante, resplandece en el cielo. Las luces del
avión se vuelven tenues y mis ojos están cansados. Me acomodo en mi asiento y
cierro los párpados, para dar comienzo a mis sueños.
Noche tranquila, sin sueños ni pesadillas, solo he dormido.
La luz de mi ventanilla me despierta y al instante comienzan a sonar los
altavoces del avión, anunciando que el aterrizaje se realizará en unos minutos.
Al bajar del avión, aspire el aire que desprendía la
localidad de donde provengo, un pequeño pueblo en la costa de Canadá, perfecto
para una chica como yo.
Mis rodillas comienzan a acostumbrarse a caminar, y mi pelo
negro azabache empieza a tambalearse en el viento. Hace frío se acerca el
invierno. Al llegar a la puerta que abre paso al aeropuerto, todos mis músculos
se relajan y extiendo una gran sonrisa sobre mis labios. Veo a mis padres a lo
lejos, mi madre con lágrimas alegres en los ojos, mientras que mi padre,
rodeándola con los brazos, mantenía una mueca seria y profunda, como hacía
habitualmente.
Saludo con la mano en alto y corro hacia ellos, para
abrazarlos con mucha fuerza. Mi madre, se limpia el rímel de sus mejillas y
comienza a preguntarme sobre mi viaje, mi padre comienza a lanzar preguntas
sobre mi abuela: cómo se encuentra, cómo está en Europa, si tiene algún que
otro problema…
Durante el camino hacia mi casa, las palabras se cortan. Mis
padres hablan sobre sus cosas, asuntos que ignoro en mi cabeza. Evadida de la
realidad, miro por la ventanilla y me doy cuenta de lo poco que ha durado mi
felicidad y la de mis padres por encontrarme de nuevo en mi hogar.
El atardecer del día 23 de septiembre baña con su luz dorada
todo el campo de espigas, haciendo que parezca oro líquido sobre la tierra. A
veces, pienso que la naturaleza en la fuerza más potente de todas, que puede
hacer lo que quiera contigo, incluso puede hacer que mueras de un simple
desliz.
Una vez en casa, cargué con mis maletas hasta el interior y
poco a poco, las subí hacia mi habitación, donde guardé mis pertenencias en su
sitio. Miré a mí alrededor y todo me parecía tan nuevo, que me tendría que
acostumbrar de nuevo a todo aquello. Abrí la ventana de madera y la suave, pero
fresca, brisa acariciaba mi cara. Las hojas de los árboles danzan en el viento
al son de este. Dan vueltas y vueltas, libres.
El timbre suena. Mis padres abren y me llaman para que baje,
haciendo que abandone mis pensamientos y regrese de nuevo a la realidad. Bajo
los escalones poco a poco y descubro que los invitados sorpresa son los nuevos
vecinos. Me acerco a la puerta sin hacer ruido y sonrío cortésmente. La mujer
iba ataviada con una falda de tubo azul oscuro y una camisa rosa palo,
acompañando el conjunto con una rebeca con aretes. Sujetaba un plato con
galletas y se llamaba Agatha, por lo que podía escuchar de la conversación
entre mis padres y ellos. El hombre portaba unos pantalones grises y una camisa
azul claro, que hacía juego con sus ojos de un azul mar, profundos y oscuros.
Junto al lado de esta pareja un chico de mi edad, más o menos, me miraba
fijamente con unos ojos heredados de su padre. El viento le ondulaba los
cabellos negros. Ambos nos escrutamos con los ojos, hasta que retiro la mirada.
Mis padres invitan a entrar y tomar café a los nuevos
inquilinos de la casa vecina. Yo me siento con ellos, sonrío de vez en cuando,
pero no escucho, nerviosa por la penetrante mirada aguamarina que estudiaba mi
rostro. De pronto, mi madre alza la voz y presto más atención.
- Oye, Alice… ¿Por qué no vas con… - Dijo mirando al
muchacho con mirada distraída.
- Eh, Eric, me llamo Eric – Respondió, después de aclararse
la garganta.
- Sí, ¿por qué no vais a preparar café y unas pastas pero
los invitados? – Terminó mi madre con una sonrisa en los labios.
- Claro, ahora mismo – Digo, vacilante.
Me levanto del sofá en el que estoy con mis padres y me
dirijo a la cocina, con Eric pisándome los talones.
Con prisa, saco el café y pongo la cafetera llena de agua a
hervir, con los polvos de café dentro. Pasan unos segundos incómodos, y él
comienza a hablar.
- Bueno, Alice, ¿a qué instituto vas? – Pregunta mirando
fijamente el suelo.
- Estudio en casa, he tenido problemas y mis padres son
profesores, así que… - Digo, apurando el tono hasta la última sílaba.
- No pareces una chica problemática – Dice, esta vez,
mirándome fijamente a los ojos.
- Quizá no fuera yo quien causaba problemas – Terminé la
conversación, un poco molesta.
El café estaba listo, y Eric se aproximó a la cafetera antes
de que pudiera tocarla.
- Lo siento, no pretendía…
- No es nada – Mentí.
- Quizás podríamos ser amigos… - Dijo él, mirando fijamente
la taza blanca donde vertía el café.
- Quizás. – Dije, cortante y con la mirada fija en la
ventana. El sol se escondía entre los árboles.
¿Quizás? ¿Solo quizás? ¡Pobre chico! D:
ResponderEliminarTu te esperas :D
Eliminar¿Que maravilla de historia es esta?
EliminarRo siempre me dará enviada la manera en que escribes.
WUAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAATS?
EliminarENVIDIA ENSERIO?
OYEEEEEEEEEEEE QUE ERIC ES MIO, NO TE SORPRENDAS SI MI PERSONAJE SE LLAMA IGUAL, PORQUE RECUERDA QUE VOY A COGER LA OTRA HISTORIA Y LA VOY A MODIFICAR ¬¬
ResponderEliminarPues ni me acordaba xDDDDDDDD
EliminarEnserio, cogí Eric por que me gustó